El técnico de juventud ante los conflictos juveniles
¿Debe el Técnico de juventud intervenir en los conflictos juveniles? ¿Es este ámbito de actuación exclusivo de la escuela, la familia o los servicios sociales?
El programa de Juventud Mundial de la asamblea general de la ONU, identifica 10 áreas prioritarias en el trabajo con jóvenes:
- Educación.
- Empleo.
- Pobreza.
- Salud.
- Medio Ambiente.
- Adicciones.
- Delincuencia.
- Mujer.
- Tiempo Libre.
- Participación Ciudadana.
Muchas de estas áreas de trabajo están en permanente contacto con los conflictos, sociales, culturales, inter-personales. Los conflictos juveniles son diversos y vienen determinados por las situaciones socio-económicas y culturales del entorno, de las familias. La resolución de estos conflictos también es diversa. Están siempre presente en las organizaciones y comunidades: Cada centro escolar, cada barrio, cada comunidad, genera sus propios fracasos y tiene sus propias clases de conflictos, que van a depender, en gran medida, de las desigualdades sociales, del sistema educativo, de las necesidades no cubiertas, de los procesos de selección.
También existen diversos niveles dentro de los conflictos juveniles. Los que tienen mayor repercusión social son aquellos que tienen relación con las normas establecidas: Violencia y criminalidad juvenil. Los jóvenes en conflicto con la justicia penal suelen tener en común una serie de características:
- Los factores asociados al periodo evolutivo de la adolescencia y la primera juventud: Rebeldía, inconformismo…
- El pertenecer a colectivos y territorios sometidos a fuertes privaciones sociales:déficits de recursos, alto índice de paro, déficits en la articulación de la vida comunitaria, etc…
- Las crisis generalizadas que se producen actualmente en el proceso de transición a la vida adulta de los jóvenes.
- Las políticas policiales y de orden público aplicadas a cada zona.
Un determinado índice de criminalidad juvenil puede estar indicando, simplemente, mayores necesidades sociales, mayor incidencia policial o mayor dificultad para ubicar socialmente a unos adolescentes que por razones demográficas han aumentado considerablemente.
Cuando se trabaja el conflicto juvenil, Ballester nos previene de tres errores que son habituales:
Muchas veces definimos el conflicto en términos de patología social, ante la cual hay que aplicar remedios, medidas asimilables a fármacos, recetas. HACE FALTA UN ENFOQUE INTEGRAL
Pensar que cada uno tiene que hacer lo que le toca. La compensación desde la escuela, es muy limitada. La intervención sólo desde servicios sociales es parcial. Los educadores creen que es responsabilidad familiar… Etc. ES NECESARIO UN TRABAJO ARTICULADO EN EL CONTEXTO.
Actuar una vez que el conflicto ha aparecido. En muchos casos, FALTAN MEDIDAS DE PREVENCIÓN.
Los agentes implicados en los conflictos juveniles son:
El personal técnico de juventud no trabaja en servicios sociales, pero está en contacto permanente con la comunidad. Tampoco realiza su trabajo en ningún centro escolar, o IES, sin embargo, sus acciones y proyectos, pueden y deben estar presentes en los centros educativos. TENEMOS QUE TRABAJAR JUNTOS POR Y PARA LOS JÓVENES, mediante la creación de estructuras flexibles y articuladas con todos los agentes implicados en el desarrollo de los/as jóvenes de nuestra localidad. Esta es una nueva concepción del conflicto, que nos lleva a hacer un aprendizaje institucional de estrategias para la prevención y resolución de conflictos juveniles. El PTJ debe aceptar nuevos escenarios profesionales y funcionales, pues su postura es privilegiada, está cerca de los jóvenes, ofreciéndoles constantemente espacios, tiempos y recursos para su desarrollo y para su ocio.
Una vez más, en este campo de actuación del PTJ, tenemos que remitirnos al trabajo en red como una herramienta esencial y necesaria en la resolución de conflictos juveniles. El PTJ puede ser un mediador excelente y debe buscar formación y estrategias para la ayuda en casos concretos. Esto no es posible si no trabajamos en estrecha relación con los ámbitos de actuación anteriormente descritos y si no se establecen planes de acción conjunta a través de:
OBJETIVOS COMUNES: Hay que poder definir, mediante escenarios de futuro, hacia donde se dirigen los esfuerzos.
METODOLOGÍAS COMUNES: Definir estrategias de actuación para desarrollarlas en un proceso pactado (protocolos de actuación, proyectos comunes, etc.).